domingo, 21 de octubre de 2012

OPINIÓN DE CIENTÍFICO





Manuel Portolés 

Doctor en Bioquímica Clínica y Médica por la Universidad de Valencia y Facultativo Especialista en el Centro de Investigación del Hospital Universitario La Fe de Valencia. Autor de un centenar de publicaciones científicas en revistas internacionales, posee, entre varios premios, el Nacional de Química Clínica y la medalla García-Blanco a la Investigación Biomédica de la Universidad de Valencia.

Prácticamente cada día celebramos las novedades tecnológicas que nos ofrecen las Telecomunicaciones, ignorando que a la vez, se produce una proliferación caótica de estas infraestructuras sobre nuestras cabezas, olvidando la protección a la salud. Me refiero a las estaciones base de telefonía móvil, GSM, DCS, UMTS, radioenlaces, pico células, Wi-Fi… que han aumentando la contaminación electromagnética en nuestro país, más de 150 millones de veces.

Ha transcurrido un año largo del informe número 304 de la OMS  «Los campos electromagnéticos y la salud pública» El documento, a pesar de reconocer que las personas se convierten en eficaces antenas-receptores del sistema, solo examina el efecto térmico de los campos electromagnéticos (CEM) sobre el organismo (excluye los efectos celulares) 

Para una evaluación de daños en tejidos, y seré breve, tenemos que tener en cuenta su densidad (muy denso en el hueso, poco denso en el cerebro), la conductividad (la grasa es poco conductiva, el cerebro y los ojos son muy conductivos), y sobre todo su trabajo, su tasa metabólica (baja para huesos y grasa, mas alta para músculos y piel, y mucho mayor para el tejido cerebral) Luego, el cerebro será un órgano particularmente sensible a esta radiación. El «cuento» 304 de la OMS, indica que los estudios realizados en seres humanos y animales sobre funciones intelectuales, de comportamiento, e incluso los análisis de ondas cerebrales, no han detectado efectos adversos. 

Para desmontar el informe 304 solo hay que consultar las bases profesionales de información científica, y no los informes y refritos de «expertos» En ellas, podemos leer, desde antes del 2000 y hasta ahora, trabajos que hablan de cambios neurológicos inducidos por móviles (General Medical Center, Victoria, Australia), de que manera estos aparatos afectan a la función neuronal (Imperial College Medical School, Londres), o el sueño (University of Technology, Melbourne), cómo aumenta el riesgo de sufrir un tumor cerebral (Karolinska Institute, Suecia), las alteraciones en la expresión de genes (Weizmann Institute of Science, Israel)… 

El trabajo de la OMS concluye así: «De todos los datos acumulados hasta ahora, ninguno ha demostrado que las señales de las radiofrecuencias producidas por las estaciones base, tengan efectos adversos a corto o largo plazo para la salud» Pero, ¿qué otras cosas está olvidando la OMS? Muchas, pero el botón de muestra es el informe REFLEX que, con un coste de más de 3 millones de euros, evaluó si la exposición a la radiación electromagnética dañaba el ADN. Su conclusión, tanto para campos electromagnéticos de baja frecuencia (líneas de alta tensión) como para microondas (telefonía móvil), es que existe daño sobre la «molécula de la vida», además de activación de una serie de genes que juegan un papel importante en la división celular, y en la diferenciación y proliferación de las células humanas (fibroblastos, endoteliales, neuronas, linfocitos…) El proyecto fue suspendido por la CE. 

Otra curiosidad es la publicación de varios estudios sobre la manipulación de los resultados científicos. Uno de ellos, de título elocuente «Radiation Research and the cult of negative results», indica que esta revista científica publica por cada estudio, digamos, positivo o rojo sobre efectos en la salud de los CEM, veinte negativos o verdes sin que se tomen medidas al respecto. En otro análisis de 85 trabajos publicados desde 1990 a 2005, sobre los posibles efectos genotóxicos de la radiación electromagnética, un grupo de investigadores demuestra que existe una relación directa entre el signo positivo o negativo de los resultados, en función de quien financie la investigación. Cuando el dinero lo pone la industria, la proporción de estudios verdes frente a rojos (interacción sobre el genoma), es de 10 a 1, y cuando el agente financiador es un organismo público o independiente, las proporciones se invierten, 6 a 1, a favor de los estudios rojos. 
Este estado de manipulación científica me traslada al Congreso de los EEUU, año 1994. Entonces, y bajo juramento, se les preguntó a los responsables de las compañías tabaqueras (Phillips Morris, Reynolds, Williamson): «¿Creen ustedes que la nicotina es adictiva?» Y la respuesta, al unísono fue: «¡No sir, nicotina is not addictive!». El resto de la historia la conocen ustedes, y la propuesta de la OMS hoy es: «Que las tabacaleras paguen por las enfermedades que causen» ¿Repetiremos la historia?.

Fuente: http://www.agendaviva.com

La opinión de este científico fue publicada en la página http://www.agendaviva.com en el año 2008, como podrán leer en un párrafo: "  podemos leer, desde antes del 2000 y hasta ahora, trabajos que hablan de cambios neurológicos inducidos por móviles (General Medical Center, Victoria, Australia), de que manera estos aparatos afectan a la función neuronal (Imperial College Medical School, Londres), o el sueño (University of Technology, Melbourne), cómo aumenta el riesgo de sufrir un tumor cerebral (Karolinska Institute, Suecia), las alteraciones en la expresión de genes (Weizmann Institute of Science, Israel)… ", lo que demuestra sobradamente que esta super comprobada las consecuencias que acarrean a la salud la radiación electromagnética en el rango de las microondas.

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